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Los guetos imaginarios
Publicado por Raimon Obiols | 26 Septiembre, 2007
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Los propagandistas de la derecha independentista intentan expandir sus fantasmas. Hablan de una “inmigración masiva de raíz española”, que “se han mantenido en un horizonte mental ajeno al país”, y “viven en las ciudades catalanas como si vivieran en Leganés o en Dos Hermanas” (cómo podía leerse en un artículo del diario Avui de ayer). El “más ilustre representante de este gran gueto”, sigue el artículo, sería el propio Presidente de la Generalitat, “un inmigrante que ha hecho carrera política como inmigrante”, a quien se pide que se abstenga “de llenar estadios agitando banderas españolas cuando decidimos independizarnos”.
¿Todo eso, es serio? No lo sería mucho, si no fuera por dos razones. La primera es que artículos de este tono empiezan a abundar, cubriendo un ancho espectro de la prensa escrita y de la red, desde La Vanguardia hasta los blogs independentistas. Es una campaña con apoyos consistentes, que intenta la ruptura del gobierno de Entesa y la restauración en el poder del viejo nacionalismo conservador, reanimado con el viagra “soberanista”. La segunda razón es que se trata de una campaña virulenta. Ved algunos objetivos, extraídos del prólogo de un libro reciente (“Catalunya sota Espanya”, de Alfons López Tena, vocal del Consejo General del Poder Judicial a propuesta de CiU): “dinamitar la cúpula intelectual y mediática que se dedica de forma cotidiana a ocultar – y desprestigiar – la pretensión soberanista”; denunciar “descarnadamente las insidias procedentes de una voluntad nacional (la española) incompatible con la catalana”, aunque eso signifique “incrementar la tensión social”; popularizar “una cosa tan sencilla como que quien no es soberanista es españolista”; afirmar que “hay que ir más allá del país que se quiere suicidar”, porque cualquier otra alternativa significa “acariciar el cuchillo que nos va a cortar las venas”, etc.
Lo peor que podría suceder a la Cataluña de las próximas décadas sería una proceso en lo que se produjera esta secuencia: 1) el divorcio progresivo entre una política cada vez más excitada y una sociedad cada vez más escéptica y abstencionista; 2) la ruptura del proceso de fusión colectiva nacional y su sustitución por el “choque de identidades”; 3) la consolidación “multicultural”, en la sociedad autóctona y en la inmigrada, de coágulos de subjetividad comunitaria, estáticos y aislados; 4) La excitación e instrumentalización política de esta situación por nacionalismos antagónicos; 5) la división permanente de Cataluña y su progresivo debilitamiento colectivo.
Yo no sé si al PP o a la ala “soberanista” de CDC les hace gracia esta perspectiva. Espero que no. A mí no me gusta en absoluto. Por favor: no creemos guetos imaginarios. Intentar sustituir democráticamente un gobierno por otro es legítimo. Intentar hacer valer las propias ideas, los propios proyectos, también. Pero intentar crear guetos mentales es muy peligroso. “C’est el antisémite quien fait le Juif”, decía Sartre, y tenía razón.
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