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    Las elecciones en Marruecos

    Publicado por Raimon Obiols | 6 Septiembre, 2007


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    Mañana hay elecciones en Marruecos. Se presentan unos treinta partidos. Dos encuestas publicadas el mes de julio daban a los islamistas del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD) como posible primera fuerza política. Uno de sus dirigentes, Lahcen Daoudi, dijo hace pocos días a la agencia AFP, que esperan sacar “80 escaños, o quizás más” (sobre 325). El secretario general del PJD, Saad Eddine Othmani, se ha mostrado todavía más prudente: “seremos los primeros con un millón de votos y un poco más de 70 escaños”. Othmani es un psiquiatra de 51 años, doctor en teología, que tiene un discurso moderado (“No impondremos el velo a nadie”) y que afirma que “el PJD es un partido de centro, de referencia islamista, como los democratacristianos en Europa” que “puede aliarse tanto con la derecha como con la izquierda”.

    En todo caso, hay un consenso bastante general que pronostica que el PJD será la primera fuerza. Hay dos elementos que refuerzan esta previsión: el peso en aumento del movimiento islamista y el vínculo que el electorado parece hacer entre el PJD y el voto de protesta. El electorado de este partido se sitúa básicamente en la clase media urbana (de aquí, entre otras razones políticas e ideológicas, que la rivalidad se establezca principalmente con el partido socialista, la “Union socialiste des forces populaires” (USFP, creada en 1959), que junto con el viejo partido nacionalista, el Istiqlal (creado en 1944), ha vertebrado el esquema de los grandes partidos tradicionales.

    Las elecciones en Marruecos, desde 2002, se producen con menos irregularidades que en el pasado pero, paradójicamente, con una abstención en alza (participación del 67,43% en 1984, del 51,61% en el 2002). Eso tiene que ver, básicamente, con el hecho de que la gente percibe que no es el parlamento y el gobierno los que no ocupan el poder, sino la casa real. También hay otras causas: un distanciamiento entre la ciudadanía y los partidos, una percepción aguda de las desigualdades y la corrupción y el hecho que un componente importante del movimiento islamista, que gira en torno a la asociación Adl wal Ihssane (“Justicia y beneficencia”) no participa en las elecciones y preconiza la abstención.

    De manera que, cuando se conozcan los resultados, habrá que fijarse en algunos aspectos interesantes: el nivel de la participación, el peso alcanzado por el PJD, y la regularidad de los resultados (por primera vez en unas elecciones marroquíes hay uno quincuagésimo de observadores internacionales). El seguimiento de las elecciones que ha hecho el diario El País y especialmente Ignacio Cembrero son dignos de consulta:

    Lo voto de protesta se hace islamista en Marruecos

    Los marroquíes cuestionan la utilidad de elegir el Parlamento

    Entrevista a Saad El Othmani Secretario general del Partido de la Justicia y del Desarrollo

    Esperando en el candidato de ‘Sidna’

    Los islamistas rezan miedo su victoria

    Los intelectuales unen fuerzas contra la “marea oscurantista”

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