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Un editorial de L’Hora: Cataluña, balance de etapa
Publicado por Raimon Obiols | 17 Abril, 2013
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Que en Cataluña la situación actual es de confusión es de una evidencia aplastante. De momento, el “viaje a Ítaca” del presidente Mas se hace a tientas, en la oscuridad de reuniones secretas, entre una niebla espesa sobre las condiciones, el contenido y el calendario de una futura consulta, y en medio de una serie de declaraciones contradictorias del Gobierno de CiU.
“Con tanta ducha escocesa no hay manera de aclararse”, leemos hoy en el diario Ara. En esta situación, no es extraño que se vaya extendiendo una atmósfera de creciente desconcierto, en un marco general de crisis imbricadas: económica, política, social, de modelo de estado, de sostenibilidad financiera del autogobierno, de proyecto europeo. Todo esto genera malestar, inquietud, temores y exasperación.
En este panorama, algunas cosas parecen claras. En Madrid, el gobierno de la derecha reclama una España unida, pero parece querer sin los catalanes y sabiendo que el choque con el independentismo le favorece. Juega la carta de la división, la provocación y la presión, sabiendo que tiene la llave de la tesorería de la Generalidad. En Cataluña, los que creían que el presidente Mas tenía un plan se van abriendo los ojos y el pacto de CiU con ERC se muestra tan ambiguo e inseguro que no se pueden descartar elecciones anticipadas.
Es una situación llena de riesgos. Hay uno que hay que evitar como sea: el de un desenlace humillante, que vierta a una gran frustración. En Italia, esta deriva hacia la ingobernabilidad caótica está produciendo. En nuestro país, el gran movimiento popular del pasado 11-S podría desembocar también, si no hay una reacción contundente, en una situación de divisiones múltiples, ingobernabilidad y fragmentación.
Debemos evitar un escenario de este tipo. Las energías sociales no pueden verse abocadas a un horizonte de disputas exaltadas y turbulencias. Sólo será posible pasar de la actual etapa de confusión a una nueva etapa de oportunidades si se acumulan fuerzas y se crea un nuevo momento unitario en Cataluña. Y esto sólo será posible si no se ignoran las estratificaciones, desigualdades y complejidades de nuestro país, si se preserva la unidad civil y la cohesión social de Cataluña, si se combate de manera implacable la corrupción política y financiera, y si se hace un gran esfuerzo de concreción y claridad, de unidad, de respeto y también de realismo. En la hora presente, la traición a la realidad puede ser tan pésima en sus efectos como la traición a los valores.
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