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Bruno Trentin
Publicado por Raimon Obiols | 27 Agosto, 2007
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Las muertes siempre llegan de imprevisto. Aunque Bruno Trentin tuvo hace un año un grave accidente, su desaparición me ha entristecido. He tenido la suerte de trabajar unos años con él, en el PE. Para los de mi generación era una figura casi mítica de la izquierda italiana y europea, con una larga trayectoria de combatiente antifascista y de dirigente sindical y político.
Bruno nació en el exilio, cerca de Toulouse, donde hizo los primeros estudios. Era hijo de Silvio Trentin, un catedrático de derecho administrativo de Venecia que se negó a prestar fidelidad al fascismo y se exilió en Francia, donde fundó un movimiento de izquierda, “Libertà e federalità”, de carácter socialista libertario, federalista, europeísta.
Bruno siguió la trayectoria: a los quince años ya organizaba un “grupo insurreccional” contra los ocupantes alemanes y era detenido. Después trabajó de campesino en un campo de refugiados españoles. En 1943, padre e hijo regresaron a Italia: Silvio murió un año después, mientras Bruno se incorporaba a las formaciones partisanas de Giustizia e Libertà, donde asumió el mando de una brigada. En 1946 entró en el Partito D’Azione, estudió derecho y, después de una estancia en Harvard, se incorporó al PCI y a la mítica CGIL de Giuseppe Di Vittorio, primero en el servicio de estudios, con Vittorio Foa, y después, durante 15 años, en la dirección de la federación metalúrgica, la FIOM, en un periodo excepcional de luchas obreras y de desarrollo de la unidad y la autonomía sindicales. En 1988 fue elegido secretario general de la CGIL.
Uno de sus antiguos colaboradores ha dicho que Trentin se puede resumir en tres palabras: autonomía, trabajo y libertad. Fue un impulsor de la autonomía sindical y mantuvo siempre una gran independencia personal: es imposible encasillarlo en uno u otro grupo o corriente, y sus referentes de amistad iban de Norberto Bobbio a Riccardo Lombardi, Vittorio Foa, Pietro Ingrao y muchos otros. Afirmaba enérgicamente la centralidad del trabajo: los asalariados eran los protagonistas principales, los “productores” de la sociedad, los sujetos del futuro. No podía concebir una izquierda desvinculada de los temas del trabajo y del mundo de los trabajadores (de los viejos y los nuevos trabajadores). Hace unos años, en un encuentro con estudiantes de instituto lo expresó en estos términos: “Me llamo Bruno Trentin, tengo 71 años. He pasado toda una vida en el trabajo sindical. Probablemente esta opción la he hecho porque descubrí, desde muy joven, que en la clase trabajadora había una extraordinaria voluntad de conocimiento y de libertad, incluso en aquellos trabajadores que no habían tenido la fortuna de una educación, de participar en una experiencia de estudios. De hecho encontré en ellos una necesidad extraordinaria, mucho mayor que la de tener un salario elevado, de convertirse en personas libres, de expresarse libremente con su trabajo, de conocer. Y éso explica también la gran combatividad que resurge continuamente en el mundo del trabajo, en todos los continentes, en todos los países. Ésta es la cosa que me ha fascinado profundamente y que me ha dado la voluntad de ponerme al servicio de esta causa”.
Uno de sus últimos artículos en L’Unità, cuando empezaba a plantearse la hipótesis del Partito democratico, se titulaba “Quiero morir socialista”. No se trataba de nostalgia sino de un planteamiento de futuro. Trentin era un hombre mayor, pero no era en absoluto un hombre del pasado (de hecho, dirigió el grupo que coordinó el último programa de los Democratici di Sinistra). Sus libros (Lavoro e libertà, Il coraggio dell’utopia, La città del lavoro) están repletos plenos de análisis actualísimos, de ideas innovadoras. Confirman algo que a menudo se pone hoy en cuestión: el futuro no es de derechas.
Se desesperaba por la lentitud de la construcción de la unidad política europea, y por las carencias europeas de los socialistas. Con él y otros redactamos el manifiesto Un proyecto europeo para los socialistas: El nuevo federalismo. José Luis López Bulla escribió, como prólogo en la edición catalana de una antología de Trentin un texto que hay que leer: «Elogio de Bruno Trentin».
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