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El “monstruo dulce” y la izquierda
Publicado por Raimon Obiols | 18 Mayo, 2011
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Me ha sorprendido que, en su prólogo al libro “Pour changer de civilisation“, que reúne las contribuciones de cincuenta investigadores y ciudadanos al proyecto del PS francés, Martine Aubry, cite de entrada, no sólo a Zygmunt Bauman (la referencia a la “modernidad líquida” se ha convertido casi en un tópico), … sino también a Raffaele Simone.
Lingüista de renombre, ensayista, Simone es autor de unos libros interesantes sobre el presente de Italia y de Europa ( Il Paese del Pressappoco , Garzanti 2005, o Le Monstruo doux. L’Occident vire-t-il à droite? , Gallimard 2010).
La visión de Simone, hombre de izquierdas, es dura y severa. Dice que en Europa la izquierda no es portadora de un gran proyecto a la altura de nuestro tiempo, y que en cambio hay una nueva derecha que está generando un sistema, que califica de “monstruo dulce”, y que de momento está ganando la batalla.
Simone se inspira en Tocqueville, que en su libro La democracia en América, describe una posible “nueva forma de dominación” (…) una “injerencia en la vida privada de los ciudadanos, desarrollando un autoritarismo ‘más extendido y más dulce’, que ‘degradaría los hombres sin atormentarlos’.
Sería un nuevo poder, decía Tocqueville, para el que “las antiguas palabras de despotismo y de tiranía no convienen” y que podría transformar los ciudadanos en “una multitud innumerable de hombres semejantes girando sin descanso para procurarse pequeños placeres (… ) de tal manera que cada uno de ellos, aislado, se hiciera extranjero al destino de los demás “, remitiéndose a” un poder inmenso y tutelar que se encargaría de proveer a sus goces (…) y los quisiera fijar irrevocablemente en la infancia. Un poder que quiere que los ciudadanos se diviertan mientras sólo piensen en esto (…) No rompiendo las voluntades sino ablandándolas, apagándolas, aturdiéndolas”.
Simone cree que esta profecía se ha realizado. Para él, la Italia berlusconiana es la vanguardia, el prototipo realizado: “un régimen global de gobierno, y también un sistema mediático, televisivo, cultural, cogmitiu, una forma de ambiente infantilitzador persistente que pesa sobre toda la sociedad . “
“Es un régimen”, dice, “que se apoya en una derecha anónima y difusa asociada al gran capital nacional e internacional, más próxima a los medios financieros que industriales, potente en los medios de comunicación, interesada en la expansión del consumo y de la diversión, que le parecen la verdadera misión de la modernidad, decidida a reducir el control del Estado y los servicios públicos, rechaza la lentitud de la toma de decisión democrática, desprecia la vida intelectual y la investigación, desarrolla una ideología de la exitosa individual, trata de amordazar a la oposición, es violenta frente a las minorías y es populista en el sentido que pasa por alto la democracia en nombre del que ‘quiere el pueblo’. ”
El “monstruo dulce”, dice Simone, impone tres mandamientos. “Lo primero es consumir. Es la clave del sistema. El primer deber ciudadano“, dice. “La felicidad radica en el consumo, el shopping, el dinero fácil, se prefiere el despilfarro al ahorro y la sobriedad, el mantenimiento del estilo de vida en el medio ambiente”.
El segundo mandamiento es “divertirse”: “El entretenimiento se impone, marca el ritmo del calendario, incluso en casa, donde la tele, la videoconsola y el ordenador ocupan el espacio central (…) Hasta la actualidad más grave se convierte en diversión, espectáculo, juegos de video en tiempo real o folletos emocionales (…) Los debates políticos se hacen a golpe de pequeñas frases, de exhibición de people, y hasta hay ministros que aparecen desnudos en las revistas, como Mara Cafagna, ministra de la igualdad de oportunidades, o Daniela Santanché, subsecretaria de no-se-qué … ”
Bajo el régimen del “monstruo dulce”, la realidad se borra detrás del entretenimiento. “Nada es grave, importante. Después del trabajo, la vida se convierte en un carnaval, las grandes decisiones las toman la ‘beautiful people’ de los políticos y los grandes patrones, todo se convierte en un pixel apelado, virtual, irreal, vida de ‘stars’ “. “La crisis económica, la especulación financiera, los planes de austeridad, los atentados a las libertades y las colusiones entre hombres políticos y mundo de los asuntos son episodios rápidamente olvidados de un gran ‘reality show’”.
El tercer mandamiento es el culto al cuerpo joven, a la vitalidad, la infantilización de los adultos. Aquí, dice Simone, “el ‘monstruo dulce’ se manifiesta de mil maneras, aterroriza a los que toman peso, arrugas o años”. “El rejuvenecimiento se ha convertido en una industria pesada. Hay que hacer regímenes, emplear fortunas en cosméticos para aparecer liso, esbelto, adolescente. Hay que invertir en cirugía estética, lifting y bótox, como Silvio Berlusconi, el bronceado perpetuo “.
Todo ello, comenta Simone, “tiene consecuencias morales”. “Se expande un egoísmo arrogante, juvenilista, hipervitaminado, que exhibe un desprecio abierto por la fatiga, por el cuerpo sufriente, por los viejos, los feos, los minusválidos, por todos los que desmienten el mito de la eterna juventud.” “Se rechaza toda postura adulta, reflexiva, intelectual, tildadas de ‘out’, inútiles, tristes. Es obligado estar en la onda’, todo tiene que ir de prisa, el éxito, el dinero … En sus ensayos, Zygmunt Bauman se pregunta, desamparado: “¿Dónde está la compasión?” He aquí el “monstruo dulce”, un mundo de diversión sin compasión. ”
La izquierda, añade Simone, no parece haber comprendido, a diferencia de la nueva derecha, esta convulsión “civilizacional”. Por eso pierde en Italia y en muchos países de Europa. Cree que, reafirmando sus valores constitutivos, sin edulcorar los mismos, la izquierda debería proponer no sólo programas sociales y económicos, sino también un proyecto cultural y social ambicioso para reparar los daños profundos generados por el “monstruo dulce”.
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