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    ¿Los catalanes, “un poco esquizofrénicos”?

    Publicado por Raimon Obiols | 2 Julio, 2007


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    Vale la pena leer las conferencias del ciclo “Cien años de catalanismo” que organizó la Fundación Jordi Pujol en el Palau Robert, y que ahora se han publicado en forma de libro. Con un poco de paciencia (es un poco “caótica”) encontraréis en la web de la fundación las transcripciones en pdf de las conferencias del propio Pujol (“Perspectiva política del catalanismo”), de Josep Termes (“Perspectiva social del catalanismo”) y de Francesc Cabana (“Perspectiva económica del catalanismo”). Falta, me parece, la que hizo Vicenç Villatoro (“Perspectiva cultural”). Hay que leer estos textos: se inscriben en un momento peculiar de Cataluña y dan algunas visiones significativas. A mí me han interesado especialmente las intervenciones de Termes y de Cabana. La de Pujol también, pero no tanto: nos lo sabemos más …

    Leer estos textos, uno tras otro, resulta muy interesante. Y a veces entretenido: en un momento determinado, Cabana comenta unos pareados que Pepe Garí (de la Banca Arnús) dedicó al Abad Escarré a raíz de sus declaraciones (que lo obligaron al exilio) denunciando el franquismo en el diario “Le Monde”. Traduzco aproximativamente:

    “Oh, qué satisfacción / los rojos están de parte vuestra / y rezan un Padrenuestro / para el abad predicador. / Más para los catalanes de derechas / os habéis caído del trono / marchando a hacer puñetas / con la mitra y con el anillo” …

    Y acaba diciendo Garí (“¡fíjense!”, comenta Cabana):

    “Lo que se os llama hasta aquí / lo firma un catalanista / con puntos de separatista / que ama Franco a morir”.

    El comentario de Cabana, que no conozco, pero que encuentro muy simpático (y que ha escrito libros bien interesantes), es el siguiente: “Todos los catalanes somos un poco esquizofrénicos” … Su tesis, que quiere apoyarse con la trascripción de estos versitos (entre otras anécdotas y reflexiones), es que muchos de los burgueses que dieron apoyo, primero al golpe de Primo de Rivera (Cabot i Rovira, Alfonso Sala, etc.) y después a Franco (el propio Garí, Fèlix Escalas, Domingo Valls-Taberner, etc.) fueron también, de una u otra manera, “catalanistas”; al precio de una cierta “esquizofrenia”

    Cabana lo enmarca en una idea central, que es la reivindicación del catalanismo como motor no sólo político sino también económico de la Cataluña del siglo XX. Una comprobación de esta tesis, según Cabana, es que la autonomía recuperada ha significado para Cataluña, acabada la crisis económica 1974-1984, “los mejores años, los de más crecimiento de producción y renta de la historia económica de Cataluña”. Cabana no escatima énfasis en este sentido: “Los mejores años de la historia económica catalana desde Guifré el Pelós hasta ahora son los años que van de 1984 a 2006″ (Es decir hasta ahora mismo y cubriendo el periodo del primero Tripartito: la conferencia de Cabana es de febrero del 2007. Antoni Castells puede estar pues satisfecho).

    Por contra, Josep Termes considera que en aspectos más básicos (no los económicos) estamos en el peor de los tiempos. Al término de su conferencia leyó un breve texto (“me lo he querido escribir”, dijo, “para decir exactamente lo que quiero decir”) que afirmaba lo siguiente: “A lo largo del siglo XX el catalanismo ha sido la pieza clave de la vertebración en Cataluña. Ha resistido persecuciones y dictaduras. Ha tenido momentos de exaltación y gloria. Ahora, más que el catalanismo político, es la catalanidad la que está en peligro”. Pep Termes atribuye su alarma a unas cuestiones precisas, que formula con interrogantes: “¿la inmigración masiva y el indeferentismo lingüístico han herido de muerte la lengua? ¿Han borrado nuestra realidad de pueblo diferenciado?”. “No lo sé”, responde, y acaba señalando que “la solución radica en el ciudadano, en el patriota”, e invocando “el no a la vanidad, a la autosatisfacción, al complejo de superioridad” y el “sí a la dignidad, a la renuncia, al combate por una Cataluña nación”.

    No hubo debate. La trascripción de las palabras de cierre de Pujol, que presidía el acto es muy expresiva: “Muy bien. Termes yo me levantaba y dice “No, si no hay coloquio. ¡no hay, no hay! ¡Siéntate, siéntate, siéntate, siéntate! Ya después a solas. No hay coloquio, simplemente … ¡No, espérate, espérate! Escucha, después hablas, ahora déjalo” … etc. Pujol en estado puro: como si lo escucháramos. Termes señaló, además de la inmigración masiva y el indiferentismo lingüístico, otro problema que nos tiene que interesar. No es frecuente, en efecto, en un país donde nos llenamos la boca con las referencias a la riqueza de nuestra “sociedad civil”, oír a alguien denunciar lo siguiente: “Hoy, el catalanismo sobrevive como política de partidos, pero está atomizado en el mundo social, local y comarcal, en forma de innumerables asociaciones, grupos y tendencias, haciendo bueno el dicho catalán de ’tants caps, tants barrets’, tantas cabezas, tantos sombreros…”.

    Hace años que insistimos en señalar el hecho de  que la gesticulación y la retórica, o la tendencia a la radicalización de los discursos, al énfasis semántico y  la descalificación y polarización de las posiciones, fomentan y ocultan, en Cataluña, la realidad de fondo de una debilidad, fragmentación y división del catalanismo de base popular y transversal. Termes tiene razón cuando señala esta realidad y cuando invita a trabajar para superarla. Desde mi punto de vista, eso requiere, como elemento fundamental, la renuncia a las descalificaciones y la recuperación de confianza en la pluralidad catalanista.

    Aquí hay un gran papel que deberían jugar CiU, ahora en la oposición, y sus áreas de influencia. Si, como afirma Cabana, los burgueses franquistas eran en el fondo catalanistas (cosa que es decir mucho), no parece difícil reconocer esta dignidad a las fuerzas que hoy están democráticamente en el gobierno de la Generalitat.

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