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Volviendo de Estambul
Publicado por Raimon Obiols | 5 Junio, 2010
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He estado un par de días en Estambul, en una reunión conjunta de las comisiones política y de cultura de la Asamblea parlamentaria euromediterránea. Discusiones sobre el conflicto de Oriente Próximo, en una de las pocas instancias que mantiene todavía la presencia simultánea de palestinos e israelíes. Aún no se habían producido las últimas muertes en mar abierto, que probablemente habrían hecho imposible la discusión misma. Momentos desoladores, cuando no se ve ninguna salida posible a la espiral de miedo, odio y violencia en un conflicto que perjudica gravemente el desarrollo de la Unión del Mediterráneo (la reunión del 7 de junio en Barcelona ha sido aplazada) y que puede marcar trágicamente nuestro porvenir común.
Único elemento esperanzador del encuentro: la vitalidad y el optimismo de nuestros interlocutores turcos. Estambul, que este año es la capital europea de la cultura, está espléndida y da la impresión de estar bien gestionada y de afrontar el futuro con empuje. “No sé si conviene a Turquía entrar o no a la Unión Europea”, nos dijo uno de nuestros interlocutores, “pero sí me consta que el proceso de negociación nos conviene, porque nos estimula e impulsa las reformas”. He vuelto de este encuentro más convencido que antes sobre el hecho de que la adhesión de Turquía a la UE sería beneficiosa no sólo para ese país sino también, y quizá sobre todo, para el conjunto europeo.
He ilustrado esta nota con una pequeña maravilla. El pintor veneciano Gentile Bellin pasó un año y medio, entre 1479 y 1481, a raíz de la firma de paz entre Venecia y los turcos, en la corte otomana de Mehmet II. Además del retrato del sultán, reproducido hasta el exceso en Turquía, y otras pinturas y dibujos, hizo este retrato de un joven escriba, un dibujo coloreado con acuarela, que me parece el mejor icono posible del diálogo y del deseable mestizaje cultural entre el este y el oeste de nuestro mar común.
Un crítico británico, Graham Dixon, comentó así este retrato: “Un musulmán estudia, un veneciano cristiano lo estudia a él mientras estudia – la imagen es la destilación de un momento de paz, de perfecta amistad.” Pamuk ha escrito que “este retrato atribuido a Bellini nos aleja de las disputas y las preocupaciones eruditas sobre la corrección política y nos habla con extraordinaria elegancia de la relación entre Oriente y Occidente en el sentido más humano.” Ojalá simbolizara nuestro porvenir mediterráneo.
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