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    Una editorial de Nou Cicle: Catalunya no está fatigada

    Publicado por Raimon Obiols | 17 Febrero, 2010


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    Cross_Country_(2)_(o)_largeCatalunya no está fatigada. Está desorientada. No es extraño que sea así, porque en todos los lugares se viven tiempos desorientados: en España, en Europa, y buena parte del mundo. Esto se debe a diversas causas. Es consecuencia de la crisis económico-social (desempleo, inmigración) y, más en general, de la globalización acelerada que vive el mundo. Es también consecuencia de una crisis democrática, con elementos que acentúan la desconfianza ciudadana (la corrupción, sobre todo, el espectáculo de la confrontación sistemática y abrupta entre los partidos; un potente mensaje mediático de descalificación de la política y de las instituciones democráticas). En Catalunya, además, se añaden las cuestiones derivadas del encaje con España.

    Esta situación puede alimentar el populismo. Éste, en fase germinal, aparece en toda Europa. En Catalunya puede significar, además, el surgimiento de populismos de signo antagónico, en los dos extremos del arco político, jugando con la anti-política, sobre todo a partir de la explotación de los sentimientos de identidad y de los temores generados por la crisis y la inmigración, y poniendo en crisis nuestra fuerza fundamental: la unidad civil del pueblo de Catalunya.

    Cualquier observador atento coincidirá en que éste es el modelo de desorden que algunos nos están preparando. Cada semana aparecen noticias de surgimiento de nuevas alternativas y personajes salvadores, en un panorama de fragmentación y divisiones. No faltan colaboraciones mediáticas potentes que apoyan estas aventuras. Es evidente también que la derecha española juega esta carta de fomentar una eventual confrontación exasperada dentro de Catalunya.

    Son fuerzas centrífugas que quieren acentuar el malestar, el escepticismo y la desorientación, para sacar provecho. Es una ofensiva de la anti-política fomentada por sectores con poder y sin escrúpulos que saben que en una situación de este tipo podrían imponer sus intereses. No faltan en Europa algunos países (no sólo Italia) donde esta situación ya es un hecho. Catalunya no se puede permitir una deriva de este tipo, sería una aventura devastadora.

    Lo peor que nos podría pasar en Catalunya sería que se produjera la siguiente secuencia: 1 / un divorcio progresivo entre, por un lado, unas opciones políticas cada vez más fragmentadas y excluyentes y, por otro, una sociedad cada vez más escéptica, disgregada y abstencionista, 2 / la consolidación, en la sociedad catalana autóctona e inmigrada, de coágulos persistentes de identidades comunitarias aisladas y confrontadas, 3 / la instrumentalización de esta situación por los populismos y identitarismos de signo antagónico, y 4 / la fractura del proceso de unidad civil, de fusión colectiva, y su sustitución por un “choque de identidades” en el interior de la sociedad de Catalunya.

    Esto significaría la división exasperada y permanente, el declive y la instrumentalización de Catalunya por los sectores beneficiarios de la confrontación, especialmente la derecha española.

    En todo caso, si tuviéramos que hablar de una fatiga catalana, sería en relación con el exceso de divisiones, confrontaciones y mensajes negativos que surgen de la política española y catalana, y su exageración mediática permanente. No hay fatiga con el Gobierno de la Generalitat especialmente. Si bien hay sondeos que auguran que las fuerzas del Tripartito podrían no repetir la mayoría, el margen es pequeño y hay una obvia – y estimulante – incertidumbre, cuando faltan todavía muchos meses para las elecciones. Como dice un reciente editorial de “El Periódico”, el gobierno “está menos desahuciado por la opinión pública que por la opinión publicada, en la que domina la derecha”. Y según la última encuesta del CEO los ciudadanos le dan un aprobado al Gobierno de la Generalitat.

    Esto explica, entre otras cosas (especialmente la radicalización y fragmentación del espacio “soberanista”, la incógnita que para CiU representan las otras opciones electorales que aparecen), el nerviosismo de la derecha nacionalista y la beligerancia exasperada de un aparato mediático a su servicio y, por razones sólo aparentemente paradójicas, al servicio de la derecha española que querría azuzar una exasperación en Catalunya.

    Los ciudadanos y ciudadanas de Catalunya sólo podremos determinar nuestro futuro colectivo si tenemos una visión clara de las posibilidades y los peligros que tenemos delante. Sólo desde una comprensión de la situación concreta en la que nos encontramos, sólo definiendo democráticamente entre todos las líneas de cambio posibles en los años siguientes, podrá desarrollarse el papel activo y determinante de un catalanismo de progreso, renovado, realista y inventivo, común, sin otras divisiones que las propias del legítimo, lógico y necesario pluralismo de las opciones democráticas. Esto exige seriedad, respeto escrupuloso al pluralismo y las instituciones democráticas, alianzas amplias y consensos activos alrededor de unos objetivos básicos.

    Estos objetivos son tres: 1 / Conseguir una buena salida de la crisis, hacer frente a los retos y problemas que ésta suscita, aprovechar las oportunidades; 2 / Afirmar el carácter de causa común de Catalunya, defender el pluralismo como una fuerza, superar la confrontación de retóricas repetitivas y asegurar en todo momento la unidad civil del pueblo de Catalunya; 3 / Revitalizar nuestra vida democrática, combatir los populismos y la antipolítica, oponerse a la manipulación política de los medios de comunicación y la manipulación mediática de la política, estimular la participación y las buenas prácticas de solidaridad ciudadana y de participación y la deliberación colectivas.

    El PSC tiene una responsabilidad básica por delante: debe impulsar con un nuevo esfuerzo renovado esta perspectiva catalana, la de Catalunya como causa común. Debe estimular en sus filas un debate sin confrontaciones lo tiene que abrir a todos aquellos sectores de la vida catalana dispuestos a un diálogo necesario. La Conferència Oberta “Catalunya Causa Comuna” es en este sentido una oportunidad excelente.

    Son interesantes, en este sentido, los recientes comentarios del President de la Generalitat referidos a su partido. Montilla ha dicho que mientras sea primer secretario del PSC en su partido habrá libertad de expresión, pluralismo y, al mismo tiempo, realismo respecto a la situación política. “La integración de diferentes sensibilidades y generaciones forma parte de la cultura del partido”, ha defendido Montilla, que ha especificado que “el PSC tiene tantas almas como afiliados”. Tiene razón: no hay una “alma” o “ala catalanista” del socialismo catalán contrapuesta a otra, que supuestamente no lo sería. Esta taxonomía es doblemente incorrecta: es falsa y es irrespetuosa. Desde su fundación, el PSC es un partido de amplias fronteras y de diferentes sensibilidades. Un partido que es socialista y catalanista por las mismas razones.

    NOU CICLE
    Martes 16 de febrero de 2010

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