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Good morning, Mr. Socialism
Publicado por Raimon Obiols | 13 Junio, 2007
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Nunca he encontrado tiempo para leer los libros de Toni Negri (los voluminosos “Imperio” y “Multitud” escritos con Michael Hardt), que le dieron notoriedad internacional en los primeros 2000, como una de las referencias del movimiento mundial de revuelta contra la globalización. Pero he ido leyendo artículos y entrevistas de este filósofo italiano, de muy atormentada y compleja biografía, y ahora he acabado un reciente libro-entrevista que se ha publicado en Italia: “Goodbye Mr. Socialism”. Es un texto interesante, lleno de ideas sugerentes, y absolutamente discutible, pienso, en muchos de sus planteamientos.
No quiero comentarlos aquí, sino referirme a una de las tesis centrales de Negri (la que da origen al título provocador del libro). Negri dice que “la palabra socialismo ha tenido una importancia enorme en la historia del mundo” pero que hay que despedirla. No desaparecerá de repente, pero sólo “continuará vivaqueando (como en Francia los residuos del bonapartismo) en los márgenes de la ideología corriente”. Por contra, “la palabra comunismo está reconstruyéndose paso a paso”. Negri dice que el socialismo ha muerto y que el comunismo ha resucitado.
Ni Negri ni nosotros tendremos ocasión, por razones biológicas, de comprobar estas profecías de tiempo largo, pero a mí me parece que el filósofo italiano se equivoca en su visión del presente y genera una considerable confusión de términos con respecto al pasado y al futuro. Con respecto al presente, las referencias al “socialismo” no disminuyen sino que crecen en diversas regiones del mundo, en particular en América Latina, y en cambio asistimos a la extinción prácticamente general de las referencias al “comunismo” en la vida social y política europea, en las posiciones predominantes de los movimientos altermundialistas, en las nuevas izquierdas o en la inmensa China. Pero esta “cuestión de nombres” tiene una importancia relativa.
La cuestión interesante es la de los contenidos de los términos: qué se sitúa hoy detrás de estas palabras de enorme carga. Y aquí tenemos que mirar al pasado, en lo que Negri genera, me parece, una extraña y no inocente inversión de términos. Si entiendo bien, por ejemplo, el estalinismo, según Negri, no formaría parte del bagaje del ‘comunismo’ sino del ‘socialismo’.
De cara al futuro, el adiós que Negri hace al ‘socialismo’ es debido a que, según él, “no es otra cosa que la transformación estatalista del capitalismo”. Por contra el ‘comunismo’ es la “construcción de lo ‘común’, como capacidad común de reproducir lo social en la libertad”. Inversión de términos, me parece: la segunda es una buena definición del “socialismo”, tanto si miramos el pasado como el futuro. Hay, en la rica tradición de las corrientes socialistas de los dos últimos siglos y en la realidad plural del movimiento socialista del presente, un “mainstream” que no es estatalista sino participativo, democrático, societario y, si queréis, “comunalista”. Cosa imposible de considerar en el pasado y el presente de los regímenes, ideologías y partidos autodefinidos como comunistas.
El socialismo no es una determinada doctrina o ideología. Es algo que sucede: la persistente recurrencia, una y otra vez, en una u otra coyuntura, en un rincón del mundo o el otro, de procesos de agregación y de movimiento de hombres y mujeres, contra la explotación del trabajo, la desigualdad injusta, la opresión, la discriminación, la dominación o la adoración del hombre por el hombre. Es un “principio energético”, que hace que mucha gente plante cara y trate de conseguir más libertad, igualdad y justicia, con avances y también, cuando se producen retrocesos, con nuevos ciclos fruto de una renacida inocencia creativa; y siempre con el riesgo de renovados errores, fruto del desconocimiento y de la desmemoria.
El problema no radica en la vitalidad y potencialidad de este “principio energético”. A pesar de toda la interesada literatura que se ha hecho en las últimas décadas sobre la “muerte del socialismo” (la de Negri es una versión “de izquierda”), su fuerza continúa manifestando una fecundidad para verificar “nuevos comienzos”, nuevos “Good morning, Mr. Socialism”. El problema se encuentra en las válvulas que, en el campo de la política, de las ideas, de los programas, de los poderes, utilizan esta energía y tratan de orientarla hacia unos u otros objetivos.
De aquí la enorme importancia de los “checks and balances”, de los procedimientos democráticos formales y también de aquello que los médicos denominan el “principio de precaución”: elementos indispensables para evitar y corregir errores, y diferenciarse claramente de las “vanguardias” que pretenden detentar la “única solución posible” y hacer beber su medicina otorgándole un carácter de ineluctable fatalismo.
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