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    G8: ¿un “circo mediático”?

    Publicado por Raimon Obiols | 12 Junio, 2007


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    Charles Wyplosz, profesor de economía internacional en Ginebra, dice que aunqueen su inicio, “el G5 fue una buena idea”, ahora en el G8 «se habla de todos los temas posibles e imaginables, los jefes de estado se hacen acompañar por nubes de expertos y las manifestaciones antiglobalización han engendrado una protección policíaca monstruo».  

    En 1974, después de la crisis del petróleo y la recesión subsiguiente, Giscard d’Estaing y Helmut Schmidt impulsaron un lugar de discusión informal entre los “grandes” de entonces (EE.UU., Japón, Alemania, Reino Unido y Francia) centrado sobre los problemas monetarios mundiales. Después se incorporaron al club Italia y Canadá, y después Rusia.

     Falta toda una parte del planeta, empezando por los chinos. El hecho que a la 33 reunión en Heiligendamm, cerca del Báltico, se haya invitado a  China, India, México, Sudáfrica y Brasil a participar a la última sesión de trabajo muestra el agotamiento del esquema. A pesar de todo, cree Wyplosz, el G8 no desaparecerá y «continuará , reuniéndose para la galería y movilizando manifestantes».  

    Las delegaciones oficiales en Heiligendamm eran unas  2000 personas. Hay que añadir las fuerzas de seguridad, unos 16.000 (que tuvieron que ser reforzados el último momento), unos 5000 periodistas y una multitud de manifestantes, y podréis entender que algunos digan que las reuniones del G8 se han convertido en “un circo mediático”. Los “grandes” ahora se refugian en recintos superprotegidos (una valla de dos metros y medio de altura y 12 km de largo y una red de protección submarina de 4 km y medio). Mitterrand y Kohl todavía se permitían, en su tiempo, algunos baños de multitud.  

    Todo el mundo vuelve a casa apuntándose un éxito u otro. Sarkozy (la TV belga le ha hecho una jugarreta), es el que se ha puesto más medallas. Se estrenaba. Pero también Angela Merkel se ha manifestado entusiasmada diciendo que el compromiso alcanzado sobre el cambio climático ”ha sido un grandísimo éxito y una señal importante para la conferencia de las NNUU de diciembre en Bali” (que tiene que poner en marcha la negociación del post-Kyoto). Sobre el compromiso de reducción de emisiones, todas las partes lo presentan de la manera que les conviene. Es una declaración en la que los líderes reconocen la “necesidad de reducciones sustanciales”, pero no contiene el objetivo preciso que quería Merkel (con el apoyo de Francia. Italia, Canadá y Japón) para reducir las emisiones en un 50% de aquí al 2050. En cambio contiene una referencia al IPCC, el órgano científico consultivo de la ONU que en su último informe indica este objetivo como necesario. Eso se interpreta en Europa como una cesión de Bush, que acepta el marco de las NNUU después de años de negativas.  

    La prensa americana subraya en cambio que el compromiso del G8 da también apoyo a la reciente propuesta de Bush de convocar los 15 países más contaminadores del mundo (incluidos China y la India) para discutir objetivos voluntarios de reducción de las emisiones. Es decir que Bush vuelve a casa con su victoria y sin compromisos vinculantes. El New York Times ha escrito que, después de la amenaza de Bush de vetar cualquier referencia al clima en la declaración final, el compromiso ha salvado la cara a Angela Merkel y los europeos. El documento del G8 afirma que un nuevo acuerdo global para combatir el cambio climático (el de Kyoto expira en el 2012) tendrá que establecerse antes del 2009 y que la negociación será realizada por la ONU. Todos pueden argumentar razones por las cuales se sienten contentos, pero me parece que se pueden sacar dos conclusiones: primero, que el acuerdo no es suficiente (se habla de “reducción sustancial” pero no se cuantifican los compromisos ni se declaran vinculantes); segundo, que es uno cierto paso adelante, porque quien ha cedido más ha sido un Bush debilitado en su país e internacionalmente, y tanto los EE.UU., Canadá y Japón parece que empiezan a considerar seriamente los objetivos de reducción de emisiones para el 2050. El reto será convencer a los grandes países emergentes para que se asocien a futuros compromisos.  

    Donde quizás se han producido buenas noticias es, cómo explica Andreu Missé a «El País», en la jornada que reunió a los líderes del G8 y de los países emergentes, que fue aprovechada por el director general del OMC, Pascal Lamy, para pedirles que “no dejen que la ocasión se les escape de las manos” y concluyan un posible acuerdo en la ronda de Doha.

    En cambio, sobre África y la lucha contra el sida y otras enfermedades infecciosas los resultados han sido tristes. Según Oxfam Internacional, la cifra adelantada de 60.000 millones de dólares representan como máximo 3.000 suplementarios respecto a compromisos anteriores. Uno de los portavoces de Oxfam  ha dicho que esta cantidad global sólo permitirá cuidar a 5 millones de enfermos de sida, y en el 2010 habrá unos 11 millones de africanos afectados.

    Los manifestantes, en general, se han declarado satisfechos. Es difícil evaluar objetivamente las movilizaciones que se han producido en Heiligendamm (las cifras que se dan varían enormemente; se habla de 1200 detenidos, de los cuáles 120 estaban todavía entre rejas acabada la reunión). El impacto en las televisiones, en todo caso, ha sido espectacular, con carreras por los campos de cultivo y los bosques y sobre todo con una persecución de las lanchas de Greenpeace digna de un film de James Bond 

    Reunidos al lado del viejo puerto de Rostock después de dos días y dos noches intentando – a veces con éxito – bloquear los accesos a la zona donde se reunían los líderes del G8, los alternativos hicieron su balance público. Una veintena de oradores, desde veteranos de las movilizaciones altermundialistas hasta un pastor evangélico que habló de un oficio religioso donde rogaron juntos manifestantes y policías, pasando por jóvenes portavoces de cada área temática, todos hicieron una valoración positiva de sus iniciativas, llevadas a cabo, según parece, con una sabia compartimentación pluralista, sobre todo para evitar la provocación de los violentos del “black bloc”

    Sabine Zimpel, miembro de la coordinación de las movilizaciones, enseñó las 22 páginas del documento final del G8, dijo que los acuerdos “no valen ni el papel en el que están escritos” y las tiró en el aire, entre la aprobación general.

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