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    PS francés: escenarios de futuro

    Publicado por Raimon Obiols | 10 Junio, 2007


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    “La hora de la renovación ha llegado para el PS”, escribe en “Le Monde” Juliette Quinten que, con 23 años, es la más joven de todos los candidatos que se presentan a las legislativas que empiezan hoy en Francia. Recomienda: “dejemos de ser cínicos halagando los instintos que hay en el aire de los tiempos, para esperar ganar las elecciones. Es una quimera y nuestros electores se sentirían traicionados”.

    Y añade que la renovación no puede ser “un estandarte por los intereses individuales de uno o de otro”.

    ¿Qué sentido tomará esta renovación del PS francés? Un profesor de ciencia política de la Universidad de Londres, Philippe Marlière, ha publicado en el mismo diario un artículo (Scénarios pour une refondation) que quizás es un poco esquemático, pero tiene el mérito de exponer distintas alternativas con claridad. Puede estarse de acuerdo o no con sus conclusiones, pero creo que su planteamiento es útil para la discusión.

    En primer lugar, Marlière señala que el PS francés, después de tres descalabros presidenciales consecutivos está obligado a “precisar su doctrina, elaborar un programa movilizador y reconsiderar sus alianzas”. En esta perspectiva “cuatro escenarios para una refundación socialista pueden ser considerados”.

    Primer escenario: el “italiano”. En Italia, dice Marlière, los demócratas de izquierda (DS, ex-PCI) se disponen a fundar  un nuevo partido, el Partito Democratico, junto con la “Margherita” (dominada por los democristianos). Sería, según Piero Fassino, secretario general de los DS, la “desaparición del viejo esquema tripolar izquierda, centro, derecha” y su sustitución por un bipolarismo de dos bloques centristas, uno (hoy en torno a Berlusconi) más decantado hacia la derecha, y el otro (hoy dirigido por Prodi) más decantado a la izquierda (aunque abandonando toda referencia explícita a la izquierda). En Francia, escribe Marlière, “este nuevo partido – no socialista – reuniría a los radicales de izquierda, la tendencia liberal-libertaria de los verdes (Daniel Cohn-Bendit) y el Movimiento demócrata de François Bayrou. Pero en Italia “el desplazamiento contínuo de los DS hacia el centro, desde hace diez años, se ha visto acompañado de una erosión militante y electoral constante, acentuada por las escisiones en su ala izquierda”. “En Francia”, añade Marlière, “la oposición izquierda – derecha es más vivaz que en Italia. La transferencia de votos “bayrouistas” a favor de Ségolène Royal ha sido muy mediocre, cosa que subraya la incompatibilidad entre el electorado socialista y el electorado demócrata cristiano en Francia. Además, las transferencias de voto de la izquierda no socialista hacia Ségolène Royal -decepcionantes en el 2007 – serían catastróficas si por ventura se convirtiera en la candidata de un partido centrista en el 2012”.

    Segundo escenario: el “británico”. Es el que Marlière atribuye a Dominique Strauss-Kahn y sus amigos: “una refundación interna del PS inspirada en la iniciativa blairiana en el seno del Partido Laborista (…) Se tendría que desarrollar “una ofensiva ideológica para llevar el PS a renunciar a la lucha por el socialismo (combate contra un capitalismo cada vez más desbocado, defensa de un sector nacionalizado de la economía, exigencia de redistribución de la riqueza, etc)”. “A diferencia del escenario italiano”, escribe Marlière, “el escenario británico tiene el mérito de la coherencia”. Pero el problema de la movilización de los electorados de izquierda se plantearía igualmente: el éxito del “blairismo” se ha basado “en una serie de factores excepcionales, que no se encuentran en el contexto francés: escrutinio mayoritario a una sola vuelta que sobre-amplifica la dinámica del voto útil, ausencia de competidores a la izquierda del Partido Laborista y desmontaje previo del Estado social británico”.

    Tercer escenario: el “alemán”. Sería la escisión de la izquierda del partido, “empujado a esta salida por el éxito de los escenarios italiano o británico”. Se trataría de volver a constituir un “partido auténticamente socialista“, de manera parecida a la WASG de Oskar Lafontaine, el antiguo líder del SPD en desacuerdo con el gobierno Schroeder. Marlière cree que esta hipótesis, que tuvo una “chance” después de la victoria del “No” en el referéndum del Tratado constitucional europeo, ahora, con una izquierda radical a la defensiva y dividida, es impensable.

    Cuarto escenario: el “socialista”. Se trata, en este caso, de abandonar “el prêt-à-penser social-liberal”, “mantener el diálogo con las diversas componentes de la izquierda”, y desarrollar un partido “rejuvenecido, feminizado, abierto a las minorías étnicas, atento a las críticas de izquierda al capitalismo financiero y al productivismo”. Sería, dice Marlière, “un partido reformista radical, moderno, de masas, rompiendo con la concepción actual de partido de “supporters2 para convertirse en un auténtico partido de militantes. Este partido podría obtener un mínimo del 30% porque reuniría a muchos electores comunistas, ecologistas y altermundialistes, y continuaría manteniéndose en el centroizquierda”.

    A diferencia de los otros escenarios, que son “opciones puramente ideológicas”, el escenario socialista está, dice Marlière, “sociológicamente motivado: refuta la tesis no fundamentada de la ‘derechización de la sociedad francesa’, toma acto de la vivacidad del  clivaje  izquierda-derecha y anticipa la recomposición de las izquierdas. Este escenario es realista y moderno, porque es el único que puede permitir una victoria de la izquierda en el 2012″.

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