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    Tras la crisis: razones para el optimismo

    Publicado por Raimon Obiols | 7 Marzo, 2009


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    Ayer comparecí ante la comisión de acción exterior y de la UE del Parlamento de Cataluña. La verdad es que tengo un poco de mala suerte con estas comparecencias. La última había sido en junio de 2005, en un momento marcado por la sacudida de los votos contrarios a la Constitución europea, en Francia y los Países Bajos. Ahora lo he hecho en un momento marcado dramáticamente por la crisis económica. Mi intervención se centró en esta cuestión dominante. No podía ser de otra manera. Planteé mi opinión sobre la crisis y los retos que nos plantea. Si alguien está interesado puede consultar, de aquí unos días, el Diario de Sesiones.

    Pero yo no querría ahora resumir mi intervención, sino el debate que produjo, que me parece que fue bastante interesante. El portavoz de CiU me reprochó que mi intervención había sido “pesimista” y podía inducir al “desánimo“, añadiendo que si “vendían” este tipo de mensaje en las próximas elecciones europeas las cosas no nos irían nada bien. Yo le contesté que no había comparecido en la comisión parlamentaria para “vender” nada en particular, y menos a hacer campaña electoral, sino a exponer como veía la situación europea, de la manera más franca posible. Le recordé lo que es una definición clásica del pesimista: un optimista informado. Le dije que era la realidad del momento que era pesimista, y no yo. Y le anuncié las razones por las que yo soy optimista sobre la salida de la crisis. Es sobre esto último que quisiera resumir mis previsiones positivas sobre la salida de la situación actual.

    No hay crisis que no se acabe. La situación actual es grave y no será cosa de cuatro días. Durante su desarrollo en Europa hay una serie de riesgos que habrá que conjurar, en especial el surgimiento de tendencias al proteccionismo, el nacionalismo económico y el debilitamiento o la ruptura de la solidaridad imprescindible entre los Estados miembros, con sus eventuales consecuencias de ralentización o parálisis del proceso de integración política europea. Pero si las cosas se hacen razonablemente bien estos peligros serán evitados y la crisis servirá para avanzar, en términos de mayor coordinación económica, reforma de las instituciones y desarrollo de nuevas estrategias de cambio. Si a final de año se obtiene la ratificación por todos los países del Tratado de Lisboa, este camino de relanzamiento europeo se abrirá como una nueva oportunidad.

    Entonces, lo que es necesario desde ahora, además de exigir las coordinaciones y las reformas urgentes e imprescindibles, es empezar a plantear el escenario de salida positiva de la crisis, y desarrollar y popularizar las ideas-fuerza que nos son necesarias para agregar las energías y las voluntades en torno a grandes objetivos europeos progresistas. Todo el mundo coincide al menos en una cosa: las cosas después de la crisis serán muy diferentes. Lo que nos debe interesar apasionadamente es que estas diferencias marquen unos cambios positivos. En este sentido hay cuatro aspectos que creo que cabe destacar.

    Primero: se ha acabado el periodo de dominio del fundamentalismo de mercado, impulsado en las últimas décadas por los neoliberales y los neocons. Hay que extender un nuevo paradigma dominante que revalorice el papel de la política y del sector público (también, fundamentalmente, de la política y del sector público europeo). Es necesario un giro en Europa, igual que se está produciendo en EEUU con Obama.

    Segundo: la crisis abre una enorme oportunidad para superar la cultura imperante del “todo mercado“: nuevos valores post-materialistas pueden convertirse en dominantes en el terreno de la solidaridad, de la sostenibilidad, los derechos y deberes del mundo del trabajo, de la sobriedad y calidad sociales, de la responsabilidad internacional de Europa. Después de la época del consumismo a ultranza, de la apoteosis barroca del dinero, podemos abrir un nuevo ciclo marcado por el que mi homónimo Raimon Panikkar denomina la “desmonetarització” de la cultura, de la vida social y política, de los valores.

    Tercero: una palanca fundamental para la reactivación económica es la evolución hacia un nuevo modelo productivo y de consumo: energías renovables, industria verde, nuevas tecnologías en el marco de un paradigma, ya no deseable sino necesario, de desarrollo sostenible. La salida de la crisis en Europa será de crecimiento verde o no será.

    Cuarto: En el fondo, como dice un amigo mío, Quico Sabaté, que es el hombre más lúcido que nunca he conocido, estamos ante una crisis, no únicamente del proyecto hegemónico neoliberal, sino del capitalismo. Las experiencias del siglo XX nos han enseñado que es un error trágico recorrer el brusco viaje rupturista hacia un sistema alternativo, y que hay siempre desarrollar los cambios en el terreno de la democracia. Pero la vieja antinomia “socialismo o barbarie” recobra una nueva y viva actualidad. Mientras se desarrolla un proyecto global alternativo viable de nuevo socialismo, la antinomia es “capitalismo o ética“. En este sentido, la salida de la crisis (y ésta es una razón adicional para el optimismo de la voluntad) implicará una reactualización del compromiso moral y político de las nuevas generaciones, sublevadas contra la indecencia de la realidad capitalista, y la posibilidad de una innovación profunda, de un nuevo ciclo del proyecto socialista en Europa y el mundo.

    Categorias: Mediterráneo, Parlamento europeo, Política catalana | Sin Comentarios »

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