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Felip Puig y el “fracaso” de la Constitución europea
Publicado por Raimon Obiols | 24 Enero, 2009
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“Es tal el deseo nacionalista de volver a gobernar Cataluña, que las elecciones europeas tienen por único objetivo experimentar si puede absorber votos independentistas en el camino hacia las elecciones catalanas de aquí a dos años”, escribe Carles Navales en el Singular Digital. Yo creo que ésta es una constatación que se va confirmando cada día que pasa.
Hoy, por ejemplo, el señor Felip Puig, dirigente de Convergencia, dice, en una entrevista que publica La Vanguardia, que Artur Mas representa “la última esperanza del catalanismo“. Supongo que la consigna del momento, en el partido del señor Puig, debe ser: “A ver a quien la dice más gorda!“. Ellos sabran lo que se hacen, y no es cuestión que nos tenga que preocupar demasiado.
En cambio, si me ha preocupado que, en la mencionada entrevista de La Vanguardia, el señor Puig diga, a propósito de la Constitución europea, que: “Yo también era partidario de votar en contra, aunque como militante acaté la decisión del partido. Tremosa, también europeísta convencido, no era entonces militante. Y visto el fracaso de la Constitución europea no se le puede reprochar nada”.
Pero, como todo el mundo sabe, si la Constitución europea no salió adelante fue a causa de los que votaron “no” en Francia y en los Países Bajos. Entonces Jordi Pujol, Miquel Roca y una mayoría de CDC se inclinaron, acertadamente y por suerte, por el voto favorable a la Constitución. El ex-consejero convergente Josep María Cullell dijo entonces que los partidarios del “no” en Europa eran “Le Pen, los neofascistas italianos y la izquierda extraparlamentaria”.
Tenía razón y fueron los extremos los que hicieron “fracasar” la Constitución europea. Y así estamos: intentando salvar los muebles del proceso de construcción política de Europa con el Tratado de Lisboa, que hoy nos hace falta dramáticamente y con urgencia: de él dependen las respuestas a la crisis económica, la defensa de la Europa social, el papel de Europa en el mundo, entre otras cuestiones vitales. En estas condiciones, no sirve de nada reprochar el “no” a los electorados francés, holandés o irlandés.
Pero, francamente, sí que son pertinentes los reproches a los dirigentes y a los partidos que hicieron campaña a favor del “no”, sobre todo a aquéllos que, “europeístas convencidos” como el señor Puig, nos prometieron que, con la victoria del “no” se produciría una gran reacción positiva, un gran salto adelante hacia más y mejor Europa. Visto el acierto de sus previsiones y promesas, se les tiene que reprochar bastantes cosas, y no por un afán de revancha retrospectiva, sino para que en el futuro no la vuelvan a repetir.
Si tan “europeísta convencido” es el señor Puig, tendría que entender, como hizo la mayoría responsable de CDC en su momento, que no se puede “matar tot el que és gras“, y que en Europa han hecho y hacen un daño inmenso las posiciones negativas e intransigentes que, con uno u otro pretexto, van obstaculizando el proceso de construcción de las instituciones comunes.
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