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    Europa: hay que cambiar

    Publicado por Raimon Obiols | 17 Junio, 2008


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    El “no” irlandés obliga a un replanteamiento muy serio de la manera cómo se está desarrollando el proceso de unidad de Europa. Si bien aparentemente no parece tan grave como el doble “no” en Francia y en los Países Bajos en el 2005, a mí me parece que lo es más, por dos razones:
    1/ una es de carácter jurídico-político: un nuevo referéndum en Irlanda no es probable; y a finales de año, aunque todos los otros estados miembros hayan ratificado el Tratado de Lisboa, éste no podrá aprobarse si no hay la necesaria unanimidad. A ésto se responde ahora alegremente diciendo que “el problema es de los irlandeses“, que “se tendrán que ir“, etc. Pero no es  así: no se irán por su propia voluntad ni nadie los obligará a hacerlo. Entonces habrá que recurrir a sofisticadas e hipócritas operaciones que pueden aumentar la sensación general de incomprensión y alejamiento entre las opiniones públicas y las instituciones de la UE.

    2/ El segundo problema es más de fondo. Si se hicieran consultas populares sobre el nuevo Tratado en  todos los estados miembros, ¿alguien duda que el “no”  ganaría  indefectiblemente en algunos otros países, tal cómo ha sucedido en Irlanda? En una coyuntura de crisis económica, hay un descontento bastante general sobre como se gestiona Europa en los asuntos cotidianos, sobre la práctica democrática en Europa, sobre la calidad de las políticas y de los dirigentes europeos… Hay una evidentísima crisis de confianza hacia la “política realmente existente“. Hay una clarísima tendencia hacia el “repliegue nacional“.  Además, a los ojos de los “de abajo“, la imagen de Europa se identifica progresivamente con los personajes y las políticas de una derecha que gobierna en la mayoría de los estados miembros y que constituye una clara mayoría del Consejo europeo. Dos propuestas de directiva (la de “retorno” y la del “tiempo de trabajo“) han reforzado en las últimas semanas esta percepción en amplios sectores de las opiniones públicas europeas.

    En este contexto, los llamamientos a reflexionar (Sarkozy: “hace falta que reflexionemos todos juntos“) suenan a sarcasmo. Siempre es necesario reflexionar, pero cuando las cosas van tan mal, lo que hace falta es decir basta; decir que hay que cambiar, y hacerlo deprisa.

    Este cambio necesario y urgente  se tiene que apoyar en el hecho de que en los países europeos hay aún una clara mayoría favorable al desarrollo de la unidad europea, aunque sea crítica con la manera concreta como se está verificando estos últimos años. La urgencia de este cambio necesario  deriva del hecho que esta mayoría puede llegar a desaparecer, a causa de una involución renacionalizadora de las opiniones públicas y de las políticas de los gobiernos de derecha.

    ¿Qué hacer, entonces, para cambiar de ruta? Algunas iniciativas, que no requieren nuevas negociaciones de tratados, se pueden hacer de manera inmediata. Eso requiere, entre otras cosas, que el Partido Socialista europeo se ponga las pilas y tome la iniciativa.

    Hace falta dar la máxima prioridad a los problemas de la gente, evitar las falsas promesas y hablar claro: explicar porqué tenemos que cambiar la actual mayoría de derechas en Europa. “Si queremos que los ciudadanos den apoyo a Europa, tenemos que crear la Europa de los ciudadanos“, ha declarado el presidente del Partido Socialista europeo, Poul Nyrup Rasmussen, y tiene toda la razón. Las derechas harán aquello que crean más conveniente para sus intereses, pero nosotros tenemos la obligación de hacer lo que creemos más conveniente por los intereses de la gente. Son necesarias nuevas mayorías y nuevos gobiernos de progreso en Europa.

    Hace falta construir los partidos europeos y reforzar el Parlamento europeo. En especial, hay que desarrollar con fuerza el espacio socialista y progresista común, europeo, utilizando todas las posibilidades que ofrece la campaña de las elecciones europeas de junio de 2009. Hasta ahora los partidos políticos no han querido o no han sabido organizarse en el ámbito europeo. Las campañas para las elecciones europeas han sido siempre nacionales, y los proyectos de los partidos europeos y de sus grupos en el Parlamento europeo han sido de “minima minimorum” a causa de las diferencias entre los distintos partidos nacionales. Hace falta que,  para las elecciones de junio de 2009, nuestro partido europeo proponga un programa conciso y concreto, y diga cuáles son sus candidatos o candidatas a las responsabilidades de dirección de Europa, en vez de esperar que sea el Consejo europeo de jefes de estado y de gobierno quien proponga un nombre.

    Hay que democratizar el nombramiento de los dirigentes europeos. Hasta ahora, éste es fruto de negociaciones a puerta cerrada entre los jefes de estado y de gobierno, y eventualmente  el Parlamento europeo ratifica las propuestas. Sarkozy había ya empezado a negociar un paquete de nombres (presidencia de la Comisión, presidencia del Consejo, presidencia del Eurogrupo, ministro de asuntos exteriores) para la cumbre europea de diciembre que él presidirá (es decir: quería nombres acordados por la cúspide antes de las elecciones europeas de junio de 2009). Una de las virtudes del “no” irlandés es que retrasa esta “cuestión de nombres” y abre la posibilidad de plantearla como un elemento central de la campaña electoral europea, si los partidos europeos proponen sus candidatos y candidatas. Los socialistas deberíamos hacerlo (si no es posible que seamos todos, con una “cooperación reforzada” entre los que estén dispuestos).

    Hay que replantear también, críticamente,  el funcionamiento del Consejo europeo. Se reúne unas seis veces el año y decide sobre todos los temas importantes, desde el presupuesto hasta el nombramiento de los dirigentes europeos, las eventuales ampliaciones, etc., con un método que es más propio de un directorio que de una institución democrática.

    Hace falta que los países que quieran avanzar más en la integración puedan hacerlo y lo hagan. Si otros no quieren hacerlo, o quieren hacerlo a un ritmo más lento, están en su derecho, pero no tienen que impedir la voluntad de los demás. Si Irlanda – cosa que es muy probable – rehúsa la celebración de un nuevo referéndum, esta cuestión se planteará ineluctablemente, a pesar de su complejidad jurídica y su dificultad política, y habrá que dar una respuesta que no esté ligada al inmovilismo recurrente y al declive progresivo del proceso europeo causados por el “tabú de la unanimidad a 27“.

    El grupo de reflexión sobre el futuro de Europa presidido por Felipe González, que empezará a trabajar el próximo otoño, se enfrentará a una labor que no será fácil pero que es muy importante. Habrá que seguir sus trabajos con la máxima atención. Pero las cosas a hacer, ya desde ahora, para salir del “agujero negro” de una Europa gobernada mayoritariamente por las derechas, no pueden esperar. Cambiar la correlación de fuerzas es fundamental, si se quiere un nuevo impulso del proceso europeo. No será cosa fácil. Ni rápida. Por esto hay que empezar sin dilaciones.

    Categorias: General, Parlamento europeo, Política europea, Socialismo | 1 Comentario »

    Una Respuesta para “Europa: hay que cambiar”

    1. Enrique Pañeda Reinlein escribió:
      Junio 22nd, 2008 at 12:21

      ¿Qué más se necesita para aceptar que la Unión Europea no tiene mucho más recorrido con los actuales procedimientos de tomar decisiones “para los ciudadanos” pero “sin los ciudadanos”? Creo que existe ya una buena proporción de europeos que aceptamos la bondad de aplicar reglas democráticas para aquellas cuestiones que claramente superan el ámbito nacional ( energía y cambio climático, negociaciones económicas internacionales, política exterior para garantizar la paz…). La responsabilidad de los socialistas europeos es grande en estos temas y ya precisamos propuestas concretas, prácticas y comprometidas. Sería un verdadero despropósito político dejar pasar la oportunidad de las próximas elecciones europeas sin hacer algo en esa dirección. O recuperamos la política que llega e interesa a los ciudadanos y para la que también existe un ámbito europeo, o será como jugar un partido con ocho jugadores en vez de los 11 reglamentarios. Los que seguimos la trayectoria de Raimon Obiols desde hace años confiamos en que siga estando en primera línea de esta decisiva contienda. ¡Animo!

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