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    Europa: los riesgos del momento

    Publicado por Raimon Obiols | 15 Mayo, 2007


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    Algunos amigos me han acusado de pesimismo por haber dicho hace unos días, en un debate con Xavier Vidal-Folch, que en Europa hay una crisis de liderazgo. De hecho, en aquella conversación me quedé corto. Para ser franco: no llegué a decir todo lo que pensaba, quizás porque instintivamente me retuvo el temor de ser acusado de pesimista. De hecho, me parece que hay en Europa una doble crisis: una de liderazgo (falta de voluntad y de visión de los dirigentes) y otra de motivación (descenso del apoyo de las opiniones públicas al proyecto europeo).

    Paul Magnette, profesor del “Institut d’études européennes” de la Universidad libre de Bruselas, ha escrito con Olivier Costa un papel (“Sortir l’Union de la crise constitutionnelle”), en el que atribuye esta lenta defección de las opiniones públicas a dos evoluciones fundamentales, que hacen remontar a la década de los 80: por una parte, el ascenso hegemónico del paradigma neoliberal, que ha originado inseguridad y miedo al futuro en las opiniones públicas; y, por otra, una creciente querella de “valores”, con una Unión europea que, en su lucha contra las discriminaciones, ha dado ante sectores de la opinión una imagen de exceso de liberalismo moral y cultural, que chocaba con los valores tradicionales, de inspiración a menudo religiosa.

    Éste es el trasfondo donde se debate, en estos días, como salir del “impasse” constituyente. Magnette y Costa se muestran críticos con la idea (que después de la reunión de Sintra parece continuar progresando) de un “tratado simplificado”, con un “enfoque gradualista que busca contentar a todo el mundo” (…) “diciendo a los que quieren ir más allá ‘tened paciencia, ya avanzaremos después una gran conferencia intergubernamental’, y a los que quieren menos ‘no os preocupéis porque se trata de uno pequeño tratado, y después podréis seguir ejerciendo el derecho de bloqueo”.

    Queda, sin embargo, la cuestión de hacer poner de acuerdo dieciocho países que han ratificado el tratado constitucional, dos que lo han rechazado, y siete que todavía no se han pronunciado.

    Éste es el reto común, pero Angela Merkel se encuentra hoy delante de la procesión: la importancia de su liderazgo en la presente coyuntura muestra cuál es el estado presente de la cuestión en Europa, en materia de dirigentes.

    “De hecho, se producirá una renegociación institucional de conjunto”, afirman Magnette y Costa, y se refieren, entre otras, a las reivindicaciones polacas (que se oponen al nuevo sistema de voto por doble mayoría) o las británicas (que no quieren a un ministro de asuntos exteriores, ni la extensión de las cuestiones votadas por mayoría calificada ni la incorporación en el tratado de la Carta de derechos fundamentales). Si no se responde adecuadamente, concluyen, nos podemos encontrar en las próximas semanas con una “Niza bis”.

    Moratinos
    ya ha dicho que el gobierno español se opondría a un “desmantelamiento” del tratado constitucional, aunque aceptaría “una eventual simplificación”. Prodi ha dicho también que su gobierno “no suscribiría cualquier compromiso” y que no quiere “correr a todo precio detrás del mínimo denominador común”. Pero, hoy para hoy, la pelota parece estar en el campo de los “minimalistas”.

    Todo éso, desde luego, no impulsa al optimismo. Retrospectivamente muestra hasta qué punto andaban equivocados los que aseguraban que un “no” al tratado constitucional provocaría una reacción saludable y un nuevo ciclo favorable a la Europa política y social. El riesgo del momento es, por el contrario, que se produzca una victoria parcial de los euroescépticos. Una negociación dura y hábil de los “amigos de la Constitución” tendría que impedirlo.

    Mirando más allá y pensando en el medio plazo, la situación actual pone de relieve la necesidad vital de impulsar un nuevo ciclo europeo del socialismo y de las izquierdas y, más ampliamente, de lo que Antoni Castells llama“el partido de Europa”: la suma sinérgica y transversal (sin confusión de identidades y fronteras) de todos los sectores lúcidos que saben que sólo Europa puede dar respuesta a los problemas y retos que tenemos en frente.

    Categorias: Parlamento europeo, Política europea | Sin Comentarios »

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