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    “Neocons” y “johnwaynismo”

    Publicado por Raimon Obiols | 4 Febrero, 2008


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    Francis Fukuyama ha definido cuatro principios básicos de los “neocons”: 1) las características internas de los regímenes son un factor importante para determinar la política exterior; 2) la fuerza de los Estados Unidos tiene que ser usada proactivamente con finalidades morales; 3) una desconfianza hostil a todo intento de transformación social, 4) un escepticismo total con respecto a la capacidad de los organismos internacionales y multilaterales para garantizar seguridad y justicia en el mundo. Habría que añadir quizás algunas otras características: por ejemplo la hostilidad al sector público, que Ronald Reagan resumió lapidariamente en el momento de su toma de posesión como nuevo presidente de los EE.UU., el 20 de enero de 1981: “El Estado no es la solución de los problemas, el Estado es el problema”. Tambén su confluencia con el fundamentalismo religioso de los christian reborn y de la derecha religiosa norteamericana.

    Giuliano Amato ha hablado de otro principio de los “neocons“: el “johnwaynismo”. Partidarios del intervencionismo armado en el Oriente Próximo, los “necons” se sintieron fuertemente estimulados por los trágicos atentados del 11-S de 2001 en las Torres Gemelas y al Pentágono: los vieron como un nuevo Pearl Harbour que les suministraba la gran oportunidad para acabar con Sadam Hussein y redibujar el mapa del Oriente Medio. Aquel momento hizo converger todo el conjunto de reflexiones, intereses y fuerzas del movimiento “neocon” hacia el intervencionismo armado. Se trataba de superar los esquemas tradicionales, tendentes a conservar, a estabilizar, a mantener el “statu quo”, para poner en marcha una nueva gran estrategia en la que la estabilidad dejaba de ser el objetivo, y por el contrario la inestabilidad provocada por un intervencionismo unilateral, no sujetado a la legitimidad internacional, sería la base de una pretendida transformación hacia la democracia. La tesis fundamental de esta estrategia transformacional era presentada como una especie de “teleologismo democratizante”.

    La ocasión iraquí estimuló el “johnwaynismo” neoconservador hasta extremos trágicamente grotescos. En las semanas que precedieron la invasión de Irak, un exponente neoconservador, James Woolsey, publicó en la prensa europea un artículo extraordinario, atacando a los europeos que se oponían a la guerra. “La vida imita el arte”, escribía Woolsey, “y aquí la concreta pieza de arte es un western clásico de hace medio siglo: “High Noon” (“Solo ante el peligro”). En el film, el sheriff de la pequeña ciudad de Hadleyville, Will Kane (interpretado por Gary Cooper), acaba de dejar el cargo para casarse. Cuando está saliendo de la ciudad con su esposa (interpretada por Grace Kelly), se entera que un peligroso delincuente que años atrás había dominado y aterrorizado la ciudad acaba de ser perdonado por el gobernador del estado y llegará en el tren del mediodía para reunir su banda y volver al poder”.

    En su artículo, Woolsey seguía explicando el film: Gary Cooper se enfrenta en solitario con los bandidos, mientras los habitantes de la pequeña ciudad se refugian en casa con las mujeres y las criaturas. Cuando se acaban los disparos, la gente sale a la calle y corre a felicitar al sheriff, pero éste se arranca la estrella y la tira a sus pies con un gesto de desprecio indiferente.

    El artículo de Woolsey acababa con esta frase increíble: “Go on home to your kids, Europeans. Go on home to your kids. And then start praying that when it’s over we won’t drop our badge in the dirt” (“Iros a casa con las criaturas, europeos. Iros a casa con las criaturas. Y rogad para que cuando todo haya acabado no os tiremos nuestra insignia a los pies”).

    La realidad en Irak, naturalmente, no ha imitado el arte, en forma de un film de buenos y malos, sino que ha sido infinitamente más sórdida y terrible. Los “neocons” no son héroes cinematográficos. Se han ajustado más bien  a la frase de un presidente norteamericano, Herbert Hoover: “Son siempre los viejos los que declaran las guerras, pero son los jóvenes los que mueren”. Los jóvenes y los civiles inocentes…

    La facilidad con la que Bush y los “neocons” lanzaron a su país (y algunos otros) a una guerra insensata, de consecuencias desastrosas, sobre la base de un pretendido planteamiento de “exportación unilateral de la democracia por las armas”, es una cuestión que nos interpela.

    Es en un terreno de debilidad del multilateralismo democrático y de límites políticos de las movilizaciones contra la guerra que ha podido verificarse, en los primeros años del siglo XXI, esta trágica aventura del internacionalismo neoconservador, que desgraciadamente no ha acabado todavía. Los “neocons” han creado más terrorismo en el mundo y han creado, con la ocupación de Irak, un estado de cosas mucho más inseguro para el futuro del mundo,  y de difícil salida para los Estados Unidos, sea quien sea el ganador/a de las próximas elecciones presidenciales.

    Categorias: General, Mundo, Política europea | Sin Comentarios »

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