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La modernización de la izquierda europea
Publicado por Raimon Obiols | 28 Enero, 2008
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No se conocen todavía los resultados definitivos de las elecciones del land alemán de Hesse pero parece que la CDU de Angela Merkel ha caído del 49 al 36% de los votos, situándose detrás del SPD. Comenté hace unos días el último congreso de Hamburgo del partido socialdemócrata, que dejó atrás la etapa del “Nuevo centro” inspirado en la “Tercera vía” de Blair.
En Europa, los partidos de izquierda y centroizquierda están confrontados a un cambio de ciclo ideológico y político. Los proyectos de modernización tecnocrática y adaptativa, del tipo “Tercera vía” en Gran Bretaña o “Neue mittel” en Alemania topan con serias dificultades para movilizar electores. En los países nórdicos, feudo tradicional de la socialdemocracia, hay tres primeros ministros conservadores. En Italia, en un marco de crisis del sistema político que no se acaba de resolver, la constitución del “Partito democratico” ha abierto muchos interrogantes. En Francia, después de la victoria de Sarkozy se ha abierto una crisis de salida incierta tanto en el PS como en la izquierda no socialista. En Gran Bretaña, la herencia de Blair plantea serios problemas al New Labour y al nuevo primer ministro, Gordon Brown. En Alemania, un SPD coaligado en el gobierno con la democracia cristiana, tiene que disputar sus espacios tradicionales con una fuerte salida a su izquierda y toma distancias con la época de Schroeder. Todo parece indicar que no estamos ante un simple cambio pendular del ciclo electoral, sino de algo más profundo y más nuevo, que exige nuevos planteamientos.
A finales de 2007, una misión del PS francés (que se encuentra en una situación de crisis) visitó a los partidos homólogos de Alemania, España, Gran Bretaña, Italia y Suecia. Su objetivo era “estudiar las nuevas vías que elabora la izquierda reformista en Europa”. Es interesante hacer un breve repaso de sus conclusiones. Constataron que a pesar de sus dificultades, el modelo socialdemócrata de la Europa del norte aguanta bien y “continúa siendo un referente básico en materia social y económica”, en particular en sus planteamientos para “reorientar el Estado del bienestar”. En un sentido similar, los socialistas franceses remarcaron las nuevas orientaciones del SPD alemán, hacia un “estado social previsor” orientado a privilegiar los gastos “preventivos” (educación y formación profesional, mayor seguridad en los recorridos profesionales) con el fin de reducir las necesidades futuras en materia de gastos “reparadores”. Los márgenes de maniobra de las políticas sociales dependen evidentemente de la buena salud de la economía y, en este sentido, los socialistas franceses señalaron la importancia de las políticas de R&D en Suecia (4,3% del PIB sueco) o de apoyo a las PME exportadoras, en el caso de Alemania.
Con respecto a las evoluciones del funcionamiento de los partidos, los socialistas franceses atribuyen mucha importancia a las experiencias de las “primarias a la italiana” (abiertas a todos los electores y electores que quieren participar, para designar al líder) y de las “conferencias políticas abiertas a la sociedad” de los socialistas españoles, con participación de “ciudadanos comprometidos”, representantes de sindicatos y ONGs, e intelectuales (con algunos premios Nobel).
Los socialistas franceses constataron, en todo caso, la existencia de un panorama abierto, con la experimentación de nuevas iniciativas de características diversas. Desarreglada atrás una primera fase de “modernización adaptativa”, todo parece indicar que estamos en el inicio de una segunda fase de modernización en la que se tantean los nuevos caminos a seguir.
La primera fase de la modernización, tipo “Tercera vía” o “Nuevo centro”, se caracterizó por su adaptación en el terreno de la política de mercado (comunicación, liderazgo mediático, con las servidumbres correlativas: la política reducida a técnica demoscópica y táctica de comunicación) y de subordinación más o menos reticente a la colonización narrativa neoliberal.
Ahora es como si surgiera un nuevo pragmatismo que critica los planteamientos de los “thirdwayers” por su carácter doctrinario y por sus consecuencias. Un nuevo pragmatismo que intenta responder a la gran “demanda de sentido” (y de “política de sentido”) que está emergiendo por todo Europa, y la necesidad de mantener vivo el cordón umbilical con las bases socialdemócratas. No se trata propiamente de un giro a la izquierda (aunque sí lo es en algunos casos, como en Alemania) sino de la constatación de que aquello que la gente pide a la izquierda es la coherencia de una identidad, la definición de unos objetivos ligados a unos principios claros y una práctica adecuada, no contradictoria (incluidos los comportamientos, la cultura, la moral, el estilo de vida, de sus representantes).
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