Un anciano sacerdote, rector de la parroquia de Mestre, cerca de Venecia, ha enviado [1] una carta al papa Benedicto XVI. No se ha ido por las ramas. “Querido Papa“, le ha escrito, “tus vacaciones son un privilegio de casta“, digan lo que digan “tus cardenales y tus teólogos“. Parece que las últimas vacaciones estivales del papa en Lorenzago di Cadore, en las Dolomitas, del 9 al 27 de julio, han costado un millón de euros. Incluso si se tienen en cuenta los gastos de seguridad, parecen muchísimo dinero. “Cuando te miras al espejo“, le escribe el cura Armando Trevisiol al papa,” tu rostro debería ser el de Cristo en la tierra (…) pero como puedes parecerte a Jesús, tu maestro y el mío, que no tenía ni siquiera una piedra para apoyar la cabeza“?.

La noticia ha coincidido con [2] otra de carácter parecido, ésta del Reino Unido. Sir John Bourn, que tiene el importante cargo de “Comptroller and Auditor General” (es decir de guardián del dinero público), había gastado, en tres años, 365.000 libres de dinero de los contribuyentes en viajes (en 22 ocasiones con su esposa), así como 27.000 en comidas y cenas, algunos de ellos memorables, como uno en el restaurante Wiltons, a 180 euros por cabeza.