Mar Sánchez Padilla: Itinerario (tristemente) habitual
Recorrido, tristemente habitual, de muchos de los españoles republicanos que salieron por los Pirineos en el 39. La Asociación Amical Mauthausen lo cuenta en sus exposiciones itinerantes, disponibles para instituciones y centros educativos que lo soliciten.
La Asociación Amical Mauthausen
La Asociación Amical Mauthausen, está dedicada a divulgar la historia de los millones de víctimas de los campos de concentración del Tercer Reich, especialmente de los miles de republicanos españoles que estuvieron allí. La Amical empezó en la clandestinidad de la España de 1962 localizando supervivientes de los campos y familiares, legalizándose en 1978. Actualmente su labor es pedagógica con exposiciones, conferencias, seminarios, trabajos de investigación y homenajes. Ofrecen un Boletín trimestral gratuito para socios, bibliotecas, etc. Las exposiciones son itinerantes y pueden ser solicitadas por instituciones, entidades culturales y educativas que quieran tener un espacio en su programa para la memoria a los deportados.
Huida o éxodo de España
Al finalizar la Guerra Civil Española en 1939, más de 500.000 personas salieron de España por los Pirineos, huyendo del fascismo. Lo que supone la suma aproximada de los espectadores que cabrían en: el Nou Camp, Bernabeu, Manuel Ruiz de Lopera, Vicente Calderón, Mestalla, Sanchez Pizjuan, San Mamés, Riazor, la Romareda y Son Moix.
Miembros del Gobierno, ejército y familias, huyeron en cualquier medio de transporte disponible y en su mayoría atravesaron la frontera andando. Entre ellos, ambos del ejército republicano: Josep Figueres Solé y Josep Copons Rañé que pasaron los Pirineos hacia el 10 de Febrero de 1939. Figueres , sobrevivió a Mauthausen, y falleció este pasado 28 de Mayo a los 91 años. Copons falleció en Gusen el 27 de Noviembre de 1941, rondando los 40.
Internamiento en campo de refugiados
Francia pidió una zona neutral en suelo español y ante la negativa de Franco, abrió sus fronteras estableciendo estos miles de refugiados en campamentos improvisados, sobre todo en costas del sur. Los soldados tenían que entregar sus armas a los gendarmes franceses y todos eran “clasificados” para su internamiento: hombres en edad militar, mujeres y niños, ancianos… En los meses siguientes, muchos regresaron a España al estar menos comprometidos con la causa republicana, pero según cita un informe oficial del Gobierno Francés en Marzo de 1939 unas 440000 personas españolas se hallaban refugiadas en suelo francés, casi la mitad mujeres, niños y ancianos. Según nos cuenta Josep Copons, el único hijo de Josep Copons Rañé “su padre les escribía cartas desde el campo de refugiados diciendo que se encontraba bién”.
Muchos, sobre todo intelectuales, acabaron exiliados en América, sobre todo a México, Chile, República Dominicana y Argentina.
Decepción
Según Adelina Figueres, miembro de la Asociación Amical Mauthausen e hija de Josep Figueres, “ Se decepcionaron ante lo que encontraron en Francia, ellos tenían el ideal de “Liberté, Egalité et Fraternité” y se vieron viviendo en condiciones pésimas, aunque comprendían la avalancha que ellos suponían, y que realmente, no eran una presencia grata. Eran una presencia incómoda en aquella sociedad francesa, republicana y católica”
Opciones obligadas por parte del Gobierno Francés
De manera simultánea, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, los hombres que se quedaron en campos de refugiados en suelo galo tuvieron tres “opciones” dictadas por el gobierno francés: alistarse en el ejército, volver a España o sumarse a compañías de trabajo. Una gran parte eligió esta última opción, y engrosaron el batallón de trabajadores que reforzaban las defensas francesas, sobre todo la Línea Maginot. Según Adelina Figueres, su padre le contaba que “aquella no era su guerra”.
Cabe recordar que los soldados españoles que se alistaron en el ejército francés tenían cierto prestigio, eran veteranos de la recién acabada contienda española. Desempeñaron un papel protagonista en la resistencia y en la liberación de París de manos de los nazis en Agosto de 1944.
La Línea Maginot
Eran unas fortificaciones que se extendían por la frontera franco-alemana. El impulsor, André Maginot, ministro de defensa francés en ese momento, junto con otros altos mandos militares sexagenarios, impusieron sus criterios de defensa a los mandos más jóvenes, que veían el futuro de la defensa militar en los ataques aéreos y los vehículos blindados. Cada 15 kilómetros había una fortificación. Su exterior, provisto de armamento pesado se mimetizaba con el paisaje. Bajo tierra, se hallaba la enfermería, almacenes de víveres, y hasta un entramado de galerías con ferrocarril para interconectar cada unidad. Todo con la finalidad de repeler un posible ataque frontal terrestre nazi. Hitler bordeó la Línea Maginot por una zona boscosa, considerada casi inexpugnable por los estrategas franceses.
Como curiosidad, señalar que existen hoy día rutas en bicicleta por toda la línea de estas fortificaciones para conocerlas in situ.
Apresamiento e internamiento en stalag
Además de soldados, los trabajadores que había en la línea Maginot fueron de los primeros en ser apresados y deportados a campos de Prisioneros o Stalags por el ejército nazi. Señala Adelina Figueres que “a mi padre lo hicieron prisionero el 10 de Junio de 1940, casi de los primeros que cogieron”. En los “Stalags” tenían “calidad” de prisioneros de guerra.
Apátridas.
Estos republicanos, “perdieron” su “calidad” de prisioneros de guerra para convertirse en apátridas, gente sin patria. Ante el requerimiento de Hitler para ver qué hacía con esos españoles, Franco, por medio de su cuñadísimo y Ministro de Asuntos Exteriores Ramón Serrano Suñer, mandó el mensaje claro de que éstos no eran españoles.
El campo de Mauthausen – Gusen
Así, muchos fueron a parar a Mauthausen, que se convirtió en el “Campo de los Españoles”. Este campo de concentración estaba situado en la pequeña población de Mauthausen en Austria. Este fuerte, gris y siniestro, grande y aislado, estaba apartado del pueblo, censurando las miradas ajenas.
Era esta, una infernal ciudad de mano de obra esclava, a merced de las SS, siempre armados y manteniendo débiles y humillados a los internados allí. El campo lo construyeron los mismos presos.
Los recuentos eran interminables. Los castigos diarios. Latigazos a contar en alemán, que si no se pronunciaban bien, volvían a empezar. La alimentación escasa. La esperanza poca. Los suicidios frecuentes. Las pequeñas enfermedades, mortales. Los presos eran desposeídos de todo al entrar allí, hasta de su pelo. Allí los tenían, para lo que les podían sacar. Trabajo, oro de sus dientes, la vida para experimentos médicos… Sus cuerpos los aprovechaban. O los quemaban. Esos hornos siniestros no daban abasto los primeros años. Sobre todo en Gusen. Adelina Figueras señala “de Gusen, no se salía.”. Josep Copons, dice acerca de su padre “Según las autoridades, mi padre murió de enfermedad, pero yo no sé que pensar”.
Entre el 40 y el 41 llegó y murió la mayoría de republicanos españoles. Luego aprendieron a organizarse, ayudarse entre sí. Los que tenían oficios como peluqueros, administrativos, etc pasaron a desempeñar estos puestos y tenían más posibilidades para sobrevivir. Los que ayudaban en la enfermería robaban medicamentos para los enfermos. Los de la cocina, robaban alimentos para redistribuirlos a los más débiles y enfermos.
De los 775 deportados que iban en el tren del padre de Adelina, sobrevivieron 231. Dos de cada tres. En total y hasta 1945 se calcula que pasó por Mauthausen-Gusen unos 7200 españoles, de los que murieron 5000. Un triangulo azul invertido con una “S” de “Spanier” en sus ropas servía para distinguirlos. El balance total es de más de 120000 personas asesinadas en este complejo. Hubo un fotógrafo, Francesc Boix, que se encargó de esconder miles de negativos, pruebas decisivas en los juicios de Nuremberg.
El 5 de mayo de 1945, Mauthausen fue liberado por las fuerzas aliadas. Los españoles republicanos les saludaron con la siguiente pancarta: “: «Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas libertadoras».
Tres consejos para sobrevivir a Mauthausen
Los tres consejos que emocionadamente recibo, casi de primera mano, me los cuenta la hija de Josep Figueres, Adelina. Se los dio un preso alemán y los siguió a rajatabla:
El primero, no pensar en la familia, para no decaer en el desánimo.
El segundo, muy importante: guardar las fuerzas, dosificarlas, no trabajar con mucho ahínco, solo cuando los guardias mirasen.
El tercero y el más importante: estar con amigos optimistas siempre pensando que se saldrá de allí.
Nunca más. Signos.
“Nunca más” es el lema que adoptaron de por vida los liberados, y la Asociación Amical Mauthausen. Según Josep María Barberà, miembro de la asociación: “hay que estar al tanto de la intolerancia, fijarse muy bién en las consignas de los partidos políticos”
Recuerden: 10 estadios de fútbol llenos.